NOTAS DEL PASTOR:
LA LEY Y LA GRACIA
Se acostumbra a dividir las escrituras en dos periodos a los que se le llama “Tiempo de la ley”, que va desde que Dios entregó la ley a Moisés hasta la encarnación del Verbo de Dios, Jesucristo; y el “Tiempo de la gracia”, que ocupa el tiempo desde la concepción milagrosa y nacimiento de Jesús hasta su segunda venida que la iglesia “espera con ansia”. Ahora bien, pensar que la “GRACIA” comenzó con Cristo es un grave error de criterio al interpretar la Palabra de Dios, lamentablemente esta enseñanza está tan arraigada que hasta se enseña en algunos seminarios teológicos. Comencemos por entender que es la “Gracia” y que es “Misericordia”.
La Misericordia, dicho de una manera sencilla, es cuando Dios NO te da lo que tú mereces. ¿Qué mereces? Todos, absolutamente todos los seres humanos somos pecadores así que merecemos la muerte por nuestros pecados (Romanos 6:23). Cuando el hombre pecó la Justicia en Dios pidió castigo, pero el amor en Dios clamó por misericordia. Por otro lado, la Gracias es cuando Dios te da lo que tú NO mereces: el perdón, la salvación del castigo por el pecado, sus dones, realmente todo lo que tenemos, lo tenemos por “Gracia”. La gracia no empezó a operar con la venida de Cristo, la gracia empezó a operar en el mismo momento que el hombre pecó en el huerto del Edén, solo que con Cristo esa gracia sobreabundó. La dispensación correcta seria decir “tiempo de la gracia” y “tiempo de la sobre abundante gracia”.
Hay que entender que aun los grandes patriarcas como Job, Noé, Abraham entre otros que se mencionan como justos, fueron hallados justos y escogidos por “gracia” debido a la fe que ellos depositaron en Dios (Santiago 2:23), porque es por la fe que somos hallados perfectos delante de nuestro Señor, y esa fe opera en acciones que agradan al Altísimo, como la obediencia, pero las obras no te justifican en sí mismas delante de Él. (Santiago 2:18). Muchas veces he oído comentarios como: “antes de Jesús la gente se salvaba por la ley” o “la ley ya está abolida ahora somos salvo por gracia”. La ley no fue dada para salvar a nadie, tampoco para condenar a nadie, ya nosotros estábamos bajo condena aun si conocer la ley, ya que tu desconocimiento de ella no te exime de culpa, aun el pecado más pequeñito te convierte ante Dios en merecedor de muerte, porque para él no existe pecados pequeños o grandes y nadie puede por sus propios méritos o esfuerzo alcanzar salvación para sí, esto al hombre le es imposible (Mateo 19:25-26).
Lo cierto es que una de las enseñanzas más contundente de la Palabra de Dios es que por la ley nadie puede ser salvo, es decir por nuestros propios méritos u obras (Efesios 2:8-9), y que nunca nadie ha sido salvo por la ley. La ley fue dada para que supiéramos que somos pecadores y que por tanto necesitamos de un salvador que es Cristo Jesús y que entendamos lo grande de la misericordia y la gracia de Dios (Gálatas 2:16). Aun la misma ley fue dada por Dios a nosotros por gracia. Ese es el ministerio de la ley, enseñarnos que somos pecadores movernos al arrepentimiento sincero y entender que necesitamos el perdón de Dios y es por eso que la ley no puede ser abolida, ni perderá su vigencia, porque sin la ley no entendemos que somos pecadores (Romanos 3:20) y si no entendemos que somos pecadores no entenderemos que necesitamos a Jesús en nuestro corazón. Jesús mismo dijo: Yo no he venido a abolir la ley, he venido a cumplirla (Mateo 5:17-20). Los sacrificios que se hacían en la antigüedad eran solamente una mera representación momentánea de Jesús, pero no eran suficientes ya que, aun así, los que morían confiando en Dios descendían al Seol, con el sacrificio de Jesús en la cruz, la Justicia en Dios quedó satisfecha. Ahora si, y solo si, le hemos recibido en nuestro corazón como el Señor y Salvador de nuestra vida, al morir vamos al paraíso a la casa de nuestro Padre Celestial a habitar las moradas celestiales que nuestro Señor prepara especialmente para nosotros (Juan 14:2). Jesús es el único que cumplió toda la ley siendo acto para dar su vida en sacrificio por todos nosotros y su sacrificio cubre todas las generaciones desde la caída en el huerto del Edén hasta nuestros tiempos y aun más allá cubriendo todas las generaciones presentes, pasadas y futuras hasta el día de la perfección. La ley y la gracia operan juntas, donde la ley debe moverte a buscar vivir cada día bajo su sobre abundante gracia. Dios te bendiga.
Pastor Eliezer David Guevara C.
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