NOTAS DEL PASTOR:
AUTORIDAD SOBRE
EL PODER DEL ENEMIGO
Cuando mi
abuela cumplió 83 años de edad, me toco acompañarla para sacarse la cedula de
identidad en un operativo de cedulación. Hoy en día mi abuela para poder
desplazarse necesita andadera para caminar cortas distancias o silla de ruedas
si va a recorrer una distancias mayor, pero en aquel entonces utilizaba un
bastón de cuatro puntas y necesitaba andar con alguien que la acompañase por su
avanzada edad. Como no tengo vehículo nos tocó ir caminando pelo a pelo hasta
el operativo. Por “fortuna” era cerca, sin embargo había que atravesar una
ancha avenida. De regreso ya era hora pico y la avenida se encontraba bastante transitada
lo cual nos dificultaba el paso. La bendición de Dios se hizo presente por
medio de un fiscal de transito que vio a mi abuela y corrió desde donde él se
encontraba (bastante retirado) a donde estábamos nosotros y paro el trafico
para que pudiéramos atravesar sin peligro. Yo pude ver como carros, camionetas
y hasta camiones se detenían a la señal de alto de ese fiscal. Saben, si ese
hombre hubiera hecho lo mismo vestido con ropas comunes hubiera podido ser
atropellarlo por esos mismos vehículos e inclusive si hubiera tratado de parar
tan solo uno de esos carros en sus propias fuerzas el resultado hubiera sido
fatal. Sin embargo el cargaba el uniforme que lo envestía de una autoridad, una
autoridad delegada por el poder depositado en el Ministerio de Tránsito Terrestre,
y ante esa autoridad, que reconocían los conductores, los vehículos se detenían
a la señal de alto. Otro ejemplo de ello son las distintas leyes que conforman
el marco jurídico de nuestro país, ellas carecerían de todo valor y legalidad
si las mismas no estuvieran apoyadas e inspiradas en un poder mayor como lo es
nuestra constitución nacional o “Carta Magna” que establece nuestro poder y
soberanía como un Estado Soberano. En los evangelios la Biblia nos relata la
historia del oficial romano que vino a pedir a Jesús sanara a su amado siervo,
pero por ser hombre pecador se sintió avergonzado de que Jesús, el Hijo de
Dios, pisara el piso de su morada, por lo que le dijo: “Yo soy hombre puesto en autoridad y si le digo a uno de mis soldados ve
el ira y si le digo ven el vendrá así que di la palabra y mi siervo será sano.”
Jesús alabo la fe de él y su siervo fue sano desde esa hora. Éste oficial
romano conocía muy bien de autoridad, el había sido embestido de esa autoridad
por el poder del imperio romano por lo cual todos los que estaban sujetos a él
debían obedecer (Mateo. 8:5-10, 13).
Toda autoridad tiene su origen en un poder mucho mayor.
El Enemigo
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” 1 Pedro 5:8
Nosotros
poseemos un enemigo muy poderoso. Tan poderoso que nosotros en nuestras propias
fuerzas es imposible vencerle, el simplemente nos arrollaría. Es ladrón que
solo viene para “matar, hurtar y
destruir”. Él se mueve en la oscuridad o disfrazado como “ángel de luz”, es el “padre de la
mentira”. Ese enemigo es el diablo. El desea que persigamos los deseos de la
carne en lugar de que busquemos de Dios. Él no quiere que en nosotros brille la
luz de Cristo. El busca robar la palabra Santa de nuestros corazones. El busca
nuestra destrucción como parte de su plan para dañar y derrotar a Dios.
La autoridad del creyente
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre
toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Lucas. 10: 19
Aquí se
utilizan dos palabras en griego una es potestad que se traduce de “exousía” que
denota una “autoridad delegada”, y la otra es fuerza que se traduce de “dúnamis” implica un “gran poder”. A través de este versículo
el Señor Jesús nos está diciendo: “He
aquí, os doy autoridad sobre el poder del enemigo”.
Ahora bien, al igual que en el caso del fiscal de
transito; o del centurión romano; o de nuestro marco jurídico, Nuestra
autoridad como cristianos está cimentada sobre un gran poder, el mayor PODER
sobre el universo. Nosotros como hijos de Dios hemos sido envestidos con una
autoridad que tiene su origen en el poder mismo de Dios manifestada a través de
la victoria contundente de Jesús a través de su muerte obtenida sobre el diablo
y sus demonios en la cruz del calvario, posterior resurrección y ascensión a
los Cielos, estando hoy sentado en su trono a la diestra de Dios Padre. Por
esta Razón a Jesús se le dio un nombre que es sobre todo nombre y todo le está
sujeto. Incluso Satanás y sus guerreros de oscuridad deben sujetarse. Efesios 1: 19-23 trata de describir
este poder a través de cuatro palabras en el texto griego: “dúnamis”, que ya la habíamos mencionado antes y de la cual deriva la palabra “dinamita”. “Energios” de la que deriva la palabra “energía”, esta implica la
manifestación activa, actuante u operante del poder. “Kratous” la cual significa un ejercicio pleno o “ejercitar la fuerza”. Y “Esquai” que
significa la suma de un gran poder.
Nosotros,
pecadores todos, sinceramente arrepentidos y que hemos recibido a Jesús como
nuestro Señor abriéndole de esta manera las puertas de nuestro corazón a Él y
entregándole las riendas de nuestra vida, se nos ha envestido de esa autoridad
en su nombre. Y ante esa autoridad aun el Diablo con todo su poderío debe parar
y retroceder. Pero para ejercer esa autoridad debemos vivir y actuar como
verdaderos cristianos, vestirnos de la justicia y el amor de Dios y de toda su
armadura Espiritual conociendo bien el origen de nuestra autoridad. El Diablo
no quiere que tú lo sepas, por eso trata de mantenernos en la ignorancia,
confundirnos o trata de apabullarnos avergonzándonos, porque sabe que si tú la
conoces y ejerces esta autoridad no podrá nada contra ti.
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Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros. Santiago 4: 7
Pastor Eliezer David Guevara C.