lunes, 27 de noviembre de 2017

NOTAS DEL PASTOR:



AUTORIDAD SOBRE EL PODER DEL ENEMIGO

Cuando mi abuela cumplió 83 años de edad, me toco acompañarla para sacarse la cedula de identidad en un operativo de cedulación. Hoy en día mi abuela para poder desplazarse necesita andadera para caminar cortas distancias o silla de ruedas si va a recorrer una distancias mayor, pero en aquel entonces utilizaba un bastón de cuatro puntas y necesitaba andar con alguien que la acompañase por su avanzada edad. Como no tengo vehículo nos tocó ir caminando pelo a pelo hasta el operativo. Por “fortuna” era cerca, sin embargo había que atravesar una ancha avenida. De regreso ya era hora pico y la avenida se encontraba bastante transitada lo cual nos dificultaba el paso. La bendición de Dios se hizo presente por medio de un fiscal de transito que vio a mi abuela y corrió desde donde él se encontraba (bastante retirado) a donde estábamos nosotros y paro el trafico para que pudiéramos atravesar sin peligro. Yo pude ver como carros, camionetas y hasta camiones se detenían a la señal de alto de ese fiscal. Saben, si ese hombre hubiera hecho lo mismo vestido con ropas comunes hubiera podido ser atropellarlo por esos mismos vehículos e inclusive si hubiera tratado de parar tan solo uno de esos carros en sus propias fuerzas el resultado hubiera sido fatal. Sin embargo el cargaba el uniforme que lo envestía de una autoridad, una autoridad delegada por el poder depositado en el Ministerio de Tránsito Terrestre, y ante esa autoridad, que reconocían los conductores, los vehículos se detenían a la señal de alto. Otro ejemplo de ello son las distintas leyes que conforman el marco jurídico de nuestro país, ellas carecerían de todo valor y legalidad si las mismas no estuvieran apoyadas e inspiradas en un poder mayor como lo es nuestra constitución nacional o “Carta Magna” que establece nuestro poder y soberanía como un Estado Soberano. En los evangelios la Biblia nos relata la historia del oficial romano que vino a pedir a Jesús sanara a su amado siervo, pero por ser hombre pecador se sintió avergonzado de que Jesús, el Hijo de Dios, pisara el piso de su morada, por lo que le dijo: “Yo soy hombre puesto en autoridad y si le digo a uno de mis soldados ve el ira y si le digo ven el vendrá así que di la palabra y mi siervo será sano.” Jesús alabo la fe de él y su siervo fue sano desde esa hora. Éste oficial romano conocía muy bien de autoridad, el había sido embestido de esa autoridad por el poder del imperio romano por lo cual todos los que estaban sujetos a él debían obedecer (Mateo. 8:5-10, 13).

Toda autoridad tiene su origen en un poder mucho mayor.

El Enemigo

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” 1 Pedro 5:8

Nosotros poseemos un enemigo muy poderoso. Tan poderoso que nosotros en nuestras propias fuerzas es imposible vencerle, el simplemente nos arrollaría. Es ladrón que solo viene para “matar, hurtar y destruir”. Él se mueve en la oscuridad o disfrazado como “ángel de luz”, es el “padre de la mentira”. Ese enemigo es el diablo. El desea que persigamos los deseos de la carne en lugar de que busquemos de Dios. Él no quiere que en nosotros brille la luz de Cristo. El busca robar la palabra Santa de nuestros corazones. El busca nuestra destrucción como parte de su plan para dañar y derrotar a Dios.

La autoridad del creyente

He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Lucas. 10: 19

Aquí se utilizan dos palabras en griego una es potestad que se traduce de “exousía” que denota una “autoridad delegada”, y la otra es fuerza que se traduce de “dúnamis” implica un “gran poder”. A través de este versículo el Señor Jesús nos está diciendo: “He aquí, os doy autoridad sobre el poder del enemigo”.

Ahora bien, al igual que en el caso del fiscal de transito; o del centurión romano; o de nuestro marco jurídico, Nuestra autoridad como cristianos está cimentada sobre un gran poder, el mayor PODER sobre el universo. Nosotros como hijos de Dios hemos sido envestidos con una autoridad que tiene su origen en el poder mismo de Dios manifestada a través de la victoria contundente de Jesús a través de su muerte obtenida sobre el diablo y sus demonios en la cruz del calvario, posterior resurrección y ascensión a los Cielos, estando hoy sentado en su trono a la diestra de Dios Padre. Por esta Razón a Jesús se le dio un nombre que es sobre todo nombre y todo le está sujeto. Incluso Satanás y sus guerreros de oscuridad deben sujetarse. Efesios 1: 19-23 trata de describir este poder a través de cuatro palabras en el texto griego: “dúnamis”, que ya la habíamos mencionado antes y de la cual deriva la palabra “dinamita”. “Energios” de la que deriva la palabra “energía”, esta implica la manifestación activa, actuante u operante del poder. “Kratous” la cual significa un ejercicio pleno o “ejercitar la fuerza”. Y “Esquai” que significa la suma de un gran poder.

Nosotros, pecadores todos, sinceramente arrepentidos y que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor abriéndole de esta manera las puertas de nuestro corazón a Él y entregándole las riendas de nuestra vida, se nos ha envestido de esa autoridad en su nombre. Y ante esa autoridad aun el Diablo con todo su poderío debe parar y retroceder. Pero para ejercer esa autoridad debemos vivir y actuar como verdaderos cristianos, vestirnos de la justicia y el amor de Dios y de toda su armadura Espiritual conociendo bien el origen de nuestra autoridad. El Diablo no quiere que tú lo sepas, por eso trata de mantenernos en la ignorancia, confundirnos o trata de apabullarnos avergonzándonos, porque sabe que si tú la conoces y ejerces esta autoridad no podrá nada contra ti. .

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Santiago 4: 7


Pastor Eliezer David Guevara C.

domingo, 5 de noviembre de 2017

NOTAS DEL PASTOR:



LA FUERZA

Uno de los temas actuales dentro de la comunidad friki y seguidores de la cultura pop es el relanzamiento de la saga de la Guerra de las Galaxias, originalmente de George Lucas, con una nueva trilogía y varios spin off, la cual comenzó en diciembre del 2015 con el estreno en los cines del episodio VII: “El despertar de la fuerza”; siguió con “Rogue One” en el 2016 y continua en diciembre de este año 2017 con el estreno de, la esperada por muchos, episodio VIII: “Los últimos Jedis”. La Guerra de las Galaxia conquisto la imaginación de una generación amantes de la ciencia ficción y aun sigue conquistando por sus efectos especiales y original trama. Quien no recuerda a los sorprendentes sables de luz esgrimidos por los hábiles jedis expertos en el uso de la fuerza.

— ¿La Fuerza? Pregunta un joven Luke Skywalker al viejo maestro Obi Wan Kenobi, en el Episodio IV: “Una nueva Esperanza”, La primera de toda la saga.

—“Bueno, la fuerza, responde este, es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea y nos penetra. Mantiene unidas las galaxias.”

         Mucha gente se imagina a Dios con un concepto muy similar al de las Guerras de las Galaxia. Piensan en Él como la fuerza. Se imaginan a Dios como una fuerza impersonal o alguna forma de energía sin rostro que misteriosamente guía y rodea el universo y/o está en todas las cosas. Este concepto filosófico espiritual es muy común en corrientes como la metafísica o el gnosticismo. Pero nada más lejos de la verdad, por supuesto que Dios rodea y guía el universo por algo es Omnipresente, es decir, su presencia está en todas partes a la vez. Mas Él no es una fuerza misteriosa ni una energía cósmica que simplemente está allí, en todos lados. Dios no es una cosa ni un algo. Dios es una persona.

En el lenguaje cotidiano, la palabra persona hace referencia a un ser con poder de raciocinio que posee conciencia sobre sí mismo y que cuenta con su propia identidad y que tiene sensibilidad, además de contar con inteligencia y voluntad, aspectos típicos de la humanidad, pero que en realidad son cualidades de Dios otorgadas a nosotros cuando nos creó. Fuimos creados a imagen, conforme a la semejanza, de Dios. El Hombre no creó a Dios, Fue Dios quien creó al hombre. Si el ser humano es una persona es porque Dios es una Persona en sí mismo.

Dios no solo es una persona, el desea y anhela tener una relación muy personal contigo, Dios dijo: “Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.” (Proverbios 8:17). Nota los pronombres que Dios utiliza para referirse a sí mismo. Acaso suena esto como una energía. Lejos de ser una fuerza impersonal, la Biblia se refiere a Dios como el “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob” (Éxodo 3: 16), Él le dijo su nombre a Moisés (Éxodo 3: 13-15), se reveló a sí mismo a Samuel (1º Samuel 3), le habló a Isaías en el Templo (Isaías 6). Y le dijo a Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”. (Jeremías 1:5). El apóstol Pablo lo llamaba “mi Dios” (Romanos 1: 8) estos son solo unos pocos pasajes que podemos citar porque son muchos.

Dios, no solo es un dios que creó el universo y al terminar se fue de vacaciones, dejando a su creación a la deriva. Él no es la energía de lo que está hecho todas las cosas, y mucho menos es la fuerza al puro estilo Jedi. El verdadero Dios piensa, razona, siente y está personalmente interesado en ti. Él te conoce por nombre y a su pueblo le dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.” (Isaías 49:16). El apóstol Pedro decía: “Él tiene cuidado de vosotros” (1ª Pedro 5:7). Jesús dijo: “Pues aun vuestros cabellos están todos contados”. (Mateo 10:30). Y Dios promete: “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. (Jeremías 29:13). Estas son promesas que puedes tomar para ti personalmente.



Pastor Eliezer David Guevara C.